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Esta costumbre que aún perdura en Albelda, debe su origen al arraigado fervor religioso de la gente hacia las imágenes. Se sabe que e el año 1932 ya existía.

La tradición consiste en ir pasando cada día a la correspondiente familia que le toca, una hornacina de madera con la imagen de la Sagrada Familia. En la actualidad hay tres grupos inscritos de treinta personas cada uno, que son los que realizan esta práctica. Todos los días, a la hora del crepúsculo, la imagen es trasladada a la casa del comensal oportuno y una vez allí le colocan unas velas encendidas y proceden al rezo de varias oraciones y jaculatorias.

Aunque ha transcurrido bastante tiempo, las reglas de este culto continúan realizándose idénticamente a cuando se originó.

Todos los devotos de esta práctica, poseen un pequeño manual donde se lee cómo se realiza este culto.

Como ejemplo está el <>:

Colocadas las Sagradas Familias en sitio conveniente, puesta de rodillas toda la familia y hecha la señal de la Cruz, se recitarán con el mayor fervor posible las siguientes preces:

¡Oh Sagrada Familia de Nazaret! Vednos aquí postrados humildemente a vuestros pies. Bienvenidos seáis a esta nuestra casa, oh Jesús, María y José. Deseamos manifestaros nuestro amor e implorar vuestro patrocinio. Os reconocemos y confesamos por la familia más augusta y más poderosa que jamás ha visto y verá la tierra hasta la consumación de los siglos, el Modelo incomparable y perfecto de todas las familias de la orbe.

Os pedimos Santos protectores nuestros, echéis una mirada de piedad sobre todos los que constituimos la familia de esta casa. Haced que el Espíritu Santo con el fuego ardiente de su caridad consuma todo aquello que pueda separarnos de nuestro amor. Alcanzadnos aquellas gracias que sabes necesita nuestra familia y ardientemente desea nuestro corazón.

(Aquí se dirá la gracia o gracias que se desean conseguir)

Perdonadnos si nuestra devoción hacia Vos no ha sido hasta ahora todo lo viva y ferviente que debiera. Vuestra visita a esta morada sea señal de que no acogéis bajo vuestro fidelísimo amparo; miradnos como cosa vuestra y protegednos en todos los peligros y adversidades. Amén.