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Según la tradición, San Prudencio, Obispo de Tarazona (Zaragoza), antes de morir dejó escrito que su cadáver fuese cargado e una mula y dejasen a ésta andar a su merced hasta que se detuviese, siendo este lugar donde lo debieran de enterrar. La mula fue a parar a una montaña situada entre las poblaciones de Clavijo y Leza del Río Leza. en aquel mismo sitio los Canónigos de Tarazona erigieron la Iglesia de San Vicente mártir, donde se conservaron sus restos mortales hasta casi mediados del siglo XIX.

Existen documentos del siglo VI donde se menciona la ubicación de la Iglesia. Al recibir de la Iglesia el santo Obispo los honores de los altares, tanto la Iglesia de San Vicente como el Cenobio recibieron su nombre. En el siglo XII una vez extendida la Orden del Císter, los Canónigos de San Prudencio la adoptaron y levantaron en aquel mismo lugar un más amplio Monasterio, por lo que también es conocido con el nombre de Monasterio de PP. Bernardos, de San Bernardo y de San Prudencio.

Todos los años, el Dia 28 de Abril (San Prudencio), los monjes del Monasterio celebraban fiesta y misa en su honor, repartiendo entre los devotos que hasta allí se desplazaban (Clavijo, Albelda, Entrena, etc.) un bollo bendecido.

En la Década de 1830, el Monasterio quedó totalmente deshabitado a causa de la desamortización Estatal y la expropiación de tierras.

Mientras estuvo habitado y por lo menos durante las últimas décadas, todos los años el día de la fiesta los representantes del Ayuntamiento y varios vecinos de Albelda subían para oir misa y recibir del "Padre Prior" el bollo bendecido. Durante los últimos años, el bollo ya no se repartía entre los fieles que hasta allí llegaban - debido a la escasez económica del Monasterio - siendo los mismos romeros los que subían el bollo para que fuese bendecido. Al regresar del Monasterio (sobre las doce del mediodía), en las afueras del pueblo (camino de Clavijo) el Ayuntamiento repartía los bollos entre los vecinos del pueblo que hasta allí se desplazaban. El bollo bendecido recibía el nombre de San Prudencio o bollo de leche. Durante decenas de años vino realizándose esta tradición que se extinguió al quedar deshabitado el Monasterio.

No obstante los exquisitos bollos de San Prudencio han seguido elaborándose hasta nuestros días por manos expertas de algunos vecinos, que los hacían - al igual que sus antepasados - en el hornos de sus casas, para celebrar la festividad. Posteriormente al ubicarse el horno en el pueblo e ir desapareciendo los hornos caseros, las mujeres los llevaban a cocer a la panadería.
Hoy día los bollos se elaboran los viernes en las dos panaderías que tiene Albelda.